Monday, August 22, 2005

HABLANDO DEL UNIVERSO II


Aunque incluso en épocas tan tardías como la de Cristóbal Colón era frecuente encontrar gente que creía que la tierra era plana (también hoy encontraríamos algunas personas que lo siguen pensando), podemos situar las raíces de la astronomía moderna en los antiguos griegos.
Alrededor de 340 a.C., el filósofo griego Aristóteles escribió un libro titulado De Caelo (“Sobre el cielo”), en el que daba buenos argumentos para creer que la tierra era una esfera y no un disco plano.
Uno de los argumentos estaba basado en los eclipses de luna. Aristóteles observó que estos eclipses se debían a que la tierra se interponía entre el sol y la luna. Cuando ello ocurría, la tierra proyectaba su sombra sobre la luna, causando así su eclipse. Aristóteles observó que la sombra de la tierra siempre era redonda. Esto es lo que cabría esperar si la tierra fuese una esfera, pero no si fuera un disco plano, en cuyo caso su sombra solo sería redonda si el eclipse se produjera justo en el momento en que el sol estuviera debajo del centro del disco. En las demás ocasiones, la sombra sería alargada: tendría forma de elipse.
Aristóteles creía que la tierra estaba en reposo y que el sol, la luna, los planetas y las estrellas se movían en círculos a su alrededor. Y lo creía por que pensaba, por motivos más bien místicos, que la tierra estaba en el centro del universo y que el movimiento circular era el más perfecto. En el siglo II a.C. otro griego, Ptolomeo, convirtió esta idea en un modelo completo del firmamento.

Sin embargo, en 1514 un sacerdote polaco, Nicolás Copérnico, propuso otro modelo. (Al principio, por miedo a ser quemado por hereje por la iglesia, Copérnico hizo circular su modelo anónimamente.) Copérnico tuvo la revolucionaria idea de que no todos los cuerpos celestes deben girar alrededor de la tierra. De hecho, su idea era que el sol estaba en reposo en el centro del sistema solar y que la tierra y los planetas se movían en órbitas circulares a su alrededor. Tuvo que transcurrir casi un siglo hasta que la idea fue tomada seriamente en consideración, cuando dos astrónomos, el alemán Johannes Kepler y el italiano Galileo Galilei, empezaron a defender públicamente la teoría copernicana. La verdadera explicación de por qué los planetas giran alrededor del sol se ofreció mucho más tarde, en 1687, cuando sir Isaac Newton publicó su Philosophiae Naturalis Principia Matemática, probablemente la obra más importante jamás publicada en ciencias físicas.


Fragmento de Notas de Stephen Hawking

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